Analogía de un desatino.

Esta semana hemos asistido a una noticia que no por esperada deja de ser terrible: El cese «en diferido» de nuestro amigo Pablo Julia como Director del CAF y lo que es peor la deriva a la que se somete al propio centro.

Lo de Pablo es la punta del iceberg de un cúmulo de despropósitos. Casos como el suyo ya han demostrado en el tiempo como se desbarata un proyecto. En el año 2010 hicieron lo mismo con Juan Manuel Díaz Burgos quien gestionó la creación del CEHIFORM de Cartagena:  le cesaron, nombraron a un segundo, luego retiraron recursos y  poco tiempo después dejó de funcionar. ¿Qué mal suena verdad? pues ojalá tenga yo que tragarme algún día estas palabras en relación al CAF.

A propósito de la no renovación de Pablo como Director del CAF me vienen a la cabeza un montón de cosas. La primera es que la cultura es una palabra que suena bien, viste bien, adorna con estilo cualquier declaración pública pero  quienes administran la cosa con fondos públicos ¿tienen alguna implicación en ella? En Andalucía que es donde he nacido, vivo y trabajo por la cultura lo he podido comprobar de primera mano. Es como estar en un frente de guerra y no poder salir de la trinchera, (aunque siempre nos quedará el bunker par resistir) ¿Como puede ser que en este país no se facilita de ninguna de las maneras que el tejido cultural avance?. Porque no hay Ley de mecenazgo que nos permita financiar proyectos con libertad y no sometidos a procesos burocráticos que son para aburrir. Eso no es apoyar la cultura eso es someterla. Me cabrea comprobar como lo hacen los países que creen y apuestan por los valores de la cultura como ocurre en Estados Unidos, Francia, Alemania, Holanda, por poner algunos ejemplos. Cuanto les mola a muchos ir a Nueva York y hablar de cultura moderna pero ¿se han preguntado porque allí crecen mejor los artistas?.  Aquí en nuestra tierra ya hay quien lo ha entendido, el ejemplo de Málaga ha demostrado como una buena y acertada gestión cultural afecta positivamente a la buena imagen, la calidad de vida y a la economía.

La receta actual no funciona y lleva lustros sin funcionar: política institucional + subvenciones + café para todos no dan buen caldo. La cultura lo que necesita son apoyos firmes, ayuda a  los buenos proyectos, los que demuestren resultados, la política cultural debería facilitar el crecimiento de las artes minoritarias y  tiene que ir de la mano de la educación con el firme y único propósito de impulsar los valores del ser humano a través de las artes. Hay que crear infraestructuras útiles, gestionar bien y poner al frente de ellas a gente como Pablo o Juanma, comprometidos con la cultura por encima de todo lo demás, sin colores;  la competencia no tiene colores ni etiquetas, tiene que ver con las emociones y con el compromiso personal de sacar adelante un sueño, una idea. Es un esfuerzo que exige planes a largo plazo y eso no se puede medir en cuatrienios. Como dice Juan Valbuena: Un libro es la punta de un iceberg, pero tiene que haber iceberg.

Mi amistad con Pablo viene de muy lejos y ambos hemos compartido muchas “emociones” en este viaje por la fotografía en el que ambos estamos implicados. Entrañable, cariñoso e inteligente. Armas invencibles en sus logros como director y gran persona. Una triste noticia para la fotografía, pero seguiremos en la lucha.

En la fotografía de cabecera Pablo Juliá en el acto de celebración del 35 aniversario de UFCA donde se inauguraba una exposición-homenaje a Jorge Rueda, producida por el CAF. Muy pronto tendremos buenas excusas para reencontrarnos con el y darle el abrazo que merece.

Os invito a escuchar el Baby Please Don’t Go de Muddy Waters, como terapia contra el desanimo.

 

Fotografía: © Fernando J. Val_2012