La historia de la fotografía casi ha logrado cerrar el círculo y ahora resulta que estamos tan saturados de imágenes que no sabemos lo que tenemos delante, o si. Igual este es el momento para definir que es un fotógrafo.

De un lado, los fabricantes de cámaras hablan de una caída de ventas del 84 % en los últimos cinco años, las escuelas, al menos en nuestro país, preocupadas por la caída de demanda que producía una sofisticada réflex digital en manos inexpertas. Por otro lado los fabricantes de smartphones  cubriendo ese hueco con ventas históricas y logrando día si y el otro también mayores avances y prestaciones, incluyendo ya hasta varios objetivos de diferentes ópticas en los modelos avanzados.

Hoy todos hacemos fotografías compulsivamente y almacenamos mas imágenes de las que somos capaces de ver

En la actualidad el 50% de la población mundial tiene teléfono móvil y por tanto una cámara en su manos, que juntas aportan 95 millones de fotos cada día, solo en Instagram;  pero esas imágenes nacen, viven y muy posiblemente morirán en la red, sin llegar quizás a ser ”fotografías”. ¿Qué recuerdos personales les vamos a dejar a nuestros hijos y nietos? Yo he sido un afortunado porque a mi me dejaron una maravillosa lata de «carne de membrillo» llena de fotografías pero ¿nos hemos parado a pensar que quizás ellos no reciban nada, o con suerte unos discos duros de incierto futuro, o una clave en la nube?.

La realidad es que hoy hacemos más fotografías de las que somos capaces de ver Parece que estamos afectados por un trastorno obsesivo-compulsivo. Vemos, disparamos, pero ni pensamos ni miramos. Eso lo dejamos para luego, pero ese después a veces no existe.

 

Hay que recuperar el papel, el papel en la fotografía. Una fotografía no es nada sin su soporte matérico.

La llegada de la fotografía al mundo está muy cerca de cumplir los 200 años, pero solo en los últimos veinte el invento ha dado pasos de gigante en los métodos de captura e impresión. Se han superado las dificultades de luz de los primeros sensores, hemos logrado dominar el color, el flash ha sido sustituido por baratas y efectivas antorchas “led”, hemos incluso superado el pánico de los discos duros con espacios ilimitados en la nube, incluso sin movernos de casa podemos gestionar nuestro propio libro, aunque sea uno solo, o llevar la impresión de una copia a tamaños murales a precios increíblemente bajos, ofreciéndonos un universo de infinitas posibilidades.

Mientas tanto también han surgido grandes cambios como la incorporación de las modernas cámaras sin espejo, o los pequeñas compactas con objetivos de alta calidad,  sin olvidar los drones con cámaras activadas en tiempo real desde un dispositivo móvil…. ¿Es o no, fantástico?, y lo mejor de todo es que son nuevas y fantásticas oportunidades para la creación que quizás es lo que nos estamos perdiendo.

La tecnología al necesario servicio del arte

© David Hockney 1982. Credi Richard Schmi

No es nada nuevo el uso que en el pasado hicieron muchos maestros del Barroco con las nuevas aportaciones de la tecnología como la cámara oscura o la cámara lucida (Vermeer, Canaleto…) o en época reciente el maestro David Hockney con sus series de mosaicos realizadas con Polaroid en los ochenta. Ahora, todo el mundo se jacta de hacer fotografías pero la mayoría se queda en resolver fotos espectaculares o vistosas que reciben muchos «likes» pero mucho de lo que circula por las redes es de una enorme mediocridad.

Leí hace unos días unos datos curiosos sobre los usuarios de Instagram que decía que el 90% son menores de 35 años y que las imágenes más compartidas son la de pizzas y sushi, a las que siguen gatos o selfies, pero en realidad las redes también están llenas de gente con talento, lo que queda es ir «separando la clara de las yemas» con criterio y coherencia.  Es cierto y lógico  que no todo el mundo está interesado en ser fotógrafo  pero quien lo pretenda que se aplique.

Sin educación visual no hay fotografías. Todo queda en un proceso técnico

Hace unos días leí en una entrevista a Pedro Meyer en la que decía «Hoy todos somos fotógrafos pero con una cultura visual escasa», y ahí está la clave. Ser fotógrafo es otra cosa, es un término que hay que reivindicar y amasar desde una conveniente educación de la mirada, no es comprensible que quien se defina como fotógrafo no conozca en profundidad el significado del invento más revolucionario y presente en nuestras vidas, las biografías de los grandes maestros que nos ha dado la historia y no hablo de sus nombres o sus imágenes más icónicas  si no de su obra, de lo que aportaron al medio y que fue lo que les llevó a hacerlo. La cultura de la imagen va mas allá de la propia fotografía. La incorporación en el sistema educativo de las artes visuales es tarea de todos pero sobre todo de los que nos dedicamos a promoverla desde muy distintos ámbitos. Hay que superar esa carencia que traemos de serie porque en los colegios nos enseñaron a hacer cálculos, a comprender la geografía, la  naturaleza, a leer e interpretar textos, pero no a hacerlo con imágenes.

Ser fotógrafo es un término que hay que redefinir y poner en valor

El acertado slogan «Usted apriete el botón que nosotros nos encargamos del resto» que hace ya un siglo puso de moda George Eastman para el desarrollo de sus productos sigue ahí para recordarnos que obtener una imagen hoy es todavía más sencillo a la vez que maravilloso porque la tecnología convertida en negocio es imparable, sin embargo estamos perdiendo una enorme oportunidad que es la de involucrar a los usuarios en adquirir unas mínimas claves estéticas porque ser fotógrafo es otra cosa.

 

Las ilustraciones de cabecera y «circulo de la fotografía» son obras de © Alberto Galán 2019