Exposiciones
TIAGO DA CRUZ
Paraiso perdido
Del 12/12/2003 al 01/01/2004
"Tiago da Cruz. He aquí un fantástico nombre para un fotógrafo. Nosotros, en España, le hubiéramos puesto más letras, pero él viene de la casa vecina del oeste y allí decidieron ahorrarse unas cuantas. En sus fotografías, Tiago también ahorra luz. El sol es demasiado grosero y Tiago no quiere saber nada de él. Sólo coge su cámara por la noche cuando, dice la coplilla, todos los gatos son pardos. Pero yo no me creo ni una palabra de los refranes. Miren, si no, las fotografías de este señor, miren los colores durante las horas en las que el sol dormita cobardemente. La noche no es aquí la falta de luz ni la hermana pobre del glorioso día, millonario de sol. El astro rey es el patrón de los indiscretos y no falta ni un solo día a su cita desde que le dieron su primer trabajo. Creo que se hace pesado. La luna, en cambio, hace lo que puede y algunas noches está tan cansada que no hay manera de encontrarla en ninguna esquina. Son las once. Casi no hay horarios, no hay oficinistas, las tiendas de zapatos están cerradas. Sólo algún panadero y los taxis. Tiago se pone la capa de conde rumano y la piel de licántropo y sale a la calle en busca de sus víctimas. Encuentra besos escondidos, los grandes edificios se desnudan para él y las paredes vestidas de gris durante el día ahora son azules y verdosillas. Alrededor de luces rojas y amarillas se celebran los ritos y las danzas. Y también hay lugares para el reposo, esquinas en penumbra en las que esperar con paciencia el tren del sueño. Cuando Tiago consigue alguna imagen dispara y la víctima queda encerrada para siempre. Una, otra, Tiago se ilumina, se convierte en el profeta que predica el evangelio de los neones y los watios. Bienaventurada la sombra porque en ella no veremos ni seremos vistos. Bienaventurada la noche porque es la patria de las cigarras (¿dónde están las hormigas?). La noche avanza, la noche tropieza y se cae. Tiago y los suyos se repliegan porque ahí llega el sol, bien afeitado y canturreando cosillas de ópera bajo la ducha. Por el mismo sitio de todos los días, implacable, incansable, insufrible. La vida se deja caer por la cuesta abajo y, señoras y señores, escurran el sueño y todos a sus puestos."